
La muerte por las manos es la exposición de Marina Vargas comisariada por Fer Francés en la Galería Javier López, del 12 de diciembre al 12 de febrero. Podrá de lunes a viernes de 10 a 17 h. hasta el 12 de febrero.
Visceral eucaristía
La sacralidad de este espacio galerístico no podía ser mejor escenario para la obra de la artista granadina. Una sala que invita a una proyección de lo místico mediante un imaginario impregnado de religiosidad convulsa, anulando los símbolos para deconstruirlos de una manera que poco tiene de caprichosa.
Piedad invertida o La madre muerta, 2013. Resina de poliéster policromada. 152 x 138 x 96 cm
La selección escueta y acertada de Fer Francés hace que nos enfrentemos a la exposición a corazón abierto, frenados por el sinfín de lecturas que se advierte en cada una de las obras, instalaciones escultóricas en las que el dibujo toma protagonismo.
De un lado, una serie de manos saliendo de las paredes nos arrancan el corazón que nos quede. Desde la simbología que pocos dominan, podemos adivinar que se nos habla desde las entrañas, con el miedo a salir del espacio sin ellas nos dicen nerviosas, vivas: “Y la palabra se hizo carne” .
Y la palabra se hizo carne, 2012. Resina de poliéster policromada. 22 x 480 x 26 cm
Las manos se enfrentan, como señalando, a los tapices que la artista ha realizado durante su estancia en Marruecos, Marina se apropia de toda simbología para hacerla suya. Transportándonos a una cruzada de lo místico contra sí mismo con el corazón por bandera podemos escuchar los rezos de un imán en los hilos de los tapices. ¿Cómo serán los guerreros de esta batalla que nos replantea la tradición?
Me sobra el corazón 1, 2013. Técnica mixta sobre alfombra árabe bereber
De fondo y presidiendo la “Piedad invertida”. Una instalación escultórica que despliega todo un interrogatorio en nuestras cabezas, la madre muerta con el corazón arrancado se enfrenta, a modo de espejo, a su análogo con el corazón sangrante en mano. De un lado la sangre, lo visceral, de otro la muerte, el fin, la piel blanca. Ambas rayadas con los dibujos a modo de nervios que la artista realiza, ambas sangrantes, muertas en un misterio, recogidas por quien se supone es su hijo. Una imagen totalmente impactante, un reflejo invertido que advierte vida más que muerte o una muerte en tensión que nos recuerda más a la vida. La quietud de esta instalación provoca una reflexión mucho más profunda sobre qué nos quiere decir Marina. Si bien en estos días una madre muerta en brazos de su progenie tiene más sentido que nunca.
Piedad invertida o La madre muerta, 2013. Resina de poliéster policromada. 152 x 138 x 96 cm.
Winchester 1873. Naturaleza muerta, 2012. Técnica mixta sobre madera. 243 x 37 x 4 cm
Presagio, 2007 - 2013. Resina de poliéster policromada y cornamenta de gamo. 138 x 109 x 52 cm
Carabina Winchester, 2012. Técnica mixta sobre madera. 250 x 31 x 4 cm
En la planta de abajo la tensión sigue vigente, dos armas acorralan un ciervo, de igual manera en el diálogo que se establece entre las piezas nos vuelve a hablar de muerte, creando una contraste. Si bien después de lo que hemos vivido arriba se nos transporta a otro plano, que no pretende conversar con ese corazón tan desgarrador.
Pasear a través de las pasiones de La muerte por las manos, título que viene de un verso de Miguel Hernández, es cuestionar desde los ventrículos los mitos de siempre, las pasiones de la tradición, es encarnizar lo místico e intangible, darle la vuelta a la piel para ver las entrañas, clavarte un puño en el corazón para dejarte sin palabras.
Imágenes: © Pablo Gómez-Zuloaga. Cortesía de Galería Javier López, Madrid.
Texto: María R Collado
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