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CHRIS KILLIP: EL GERMEN DEL PUNK

Trabajo/Work es la muestra de Chris Killip (1946, Isla de Man) que se puede visitar hasta el 24 de febrero en el Museo Reína Sofía.

Un historiador de la imagen

Fotógrafo documental, se define a sí mismo como un “historiador de la imagen” cuyo discurso tiene mucho que ver con los gérmenes de lo que hoy acontece. En el recorrido que nos brinda Ute Eskildsen, podemos oír las olas de la Ia Isla de Man, donde este cazador de realidades comenzó a trabajar de mercenario haciendo retratos por dos duros en las playas, pidiendo libras por sonrisas y de ahí que éstas se ausenten en las fotografías que nos regala, más crudas y verídicas que pictóricas.

 

Chris Killip, Youth on Wall, Jarrow, Tyneside. Serie: North East, 1976

Se nos abren las puertas de las fábricas, subidos a una barca los escolares son parte de la cadena de producción, abuelos que pasean y una vieja que se cerciora de que el mar sigue ahí cada día. El tiempo está totalmente frenado y nos habla de repetición. El blanco y negro de un pasado, un extenso archivo de -lo obrero y lo -inglés y el trabajo que todo lo inunda, generación tras generación. Esto lo explica Killip en un corto fotograma a fotograma, que por cierto está traducido, aunque los cascos no funcionen, merece la pena escucharle. 

Chris Killip, Housing and Shipyard (Viviendas y astillero), Wallsend, Tyneside, 1975-2010

Chris Killip. Royal Weeding Celebration, North Shields, Tyneside.1981

 

Los gérmenes del Punk

Seguimos paseando por las salas del Reina Sofía a través de esta colección solemne en los muros de la cual extraemos los orígenes de la revolución Punk, los padres pescadores, los astilleros, el trabajo en las fábricas de Pirelli y la extracción de carbón de los márgenes del mar,  el cual mancha cada uno de los retratos de los más pobres, entendiendo la decadencia de una era en decadencia.

Y entre todas estas escenas tan poéticas como desoladoras, entre estos focos costumbristas del Norte de Inglaterra, crestas afiladas y botas de punta de acero, los hijos de los trabajadores que desmadran en los pubs y garajes, oliendo todavía a pescado, pitillo en boca. Era el final y el inicio de un cambio de estética que nos cuesta ubicar dentro de las fábricas y los trabajos precarios, aún creyendo que la era Punk nació de la nada.

El imaginario de Killip puede parecer otra exposición más sobre fotografía, eso sí, de calidad, que nos hace pensar en sus influencias de la moda, el cine negro y que está empapado de un aire a realismo soviético, pero que nos invita, si observamos atentamente, a entender la historia de un cambio de era, así como las vidas que vieron nacer la post-revolución del trabajador y la rebelación de la juventud del -no future. 

Retratando los espacios al igual que las personas que los habitan, nunca antes te podías haber transportado a las abuelas de “de los de la cresta”, viendo cómo las fachadas de las tiendas (shopfronts) estaban caladas de azufre, tanto como los hijos de los trabajadores de cerveza barata y cigarros liados.

Una exposición merecedora de ser vista, sobre todo si tienes un poco de rodaje en fundas de pitillo y cremallera, encontrarás el germen de toda una revolución social y más de una cara, sin sonrisa eso sí, se te quedará en la memoria.

Chris Killip, Father and son watching a parade (Padre e hijo viendo un desfile), West End, Newcastle, 1980

 

Texto: María R Collado 

Foto de portada: Chris Killip, Punks, Gateshead, Tyneside, 1985