
Cabalgando entre la fotografía documental y el mundo onírico de los sueños, Roger Ballen ha conseguido forjarse un estilo único e inconfundible. Su particular universo visual es la urdimbre donde reposa su alma, tejida con las entrañas del subconsciente y depositada cuidadosamente en algún lugar perdido de su imaginario. Este recóndito espacio, personal y metafórico, se fragmenta a través de sus fotos que, como espejos infinitos, nos ofrecen un enigmático reflejo del propio artista.
Roger Ballen nació en Nueva York en 1950 y, a día de hoy, su obra le ha consagrado como uno de los fotógrafos más relevantes del panorama artístico contemporáneo. Ajeno a cualquier moda, tendencia o estereotipo, este artista autodidacta decidió sumergirse en las profundidades de la psicología humana para explorarse a sí mismo y a su entorno, expresando sus impresiones con la genialidad que desprende el interior de su mirada fotográfica.
Su obra forma parte de colecciones de museos e instituciones como el Moma en Nueva York, el Pompidou de París, el Victoria and Albert Musem de Londres o el Stedelijk Museum de Amsterdam. Fue nombrado Fotógrafo del Año en Les Recontres d’ Arles en 2002 y es el fundador de la Roger Ballen Foundation en Sudáfrica, dónde se promueve el aprendizaje en esta disciplina a través de talleres impartidos por fotógrafos internacionales de gran reconocimiento. Como él mismo explica: “la cámara es, en último término, un espejo del interior de cada uno, hay mucho que ver y encontrar”. Actualmente vive y reside en Johannesburgo, Sudáfrica, y hemos tenido el honor de entrevistarle.
DOZE Magazine: Sabemos que la fotografía ha estado presente desde muy joven en su vida ¿Podría contarnos brevemente cómo fueron sus inicios y por qué decidió volcarse de lleno en la fotografía?
Roger Ballen: Compré mi primera cámara analógica cuando tenía trece años. Durante esta etapa, a principios de los años sesenta, mi madre trabajaba para la Agencia Magnum desde hacía unos años y abrió su propia galería de fotografía. A través de su conversación y, en particular, de su colección, estuve en contacto con muchos fotógrafos, algunos de ellos ahora están considerados como maestros de la historia de la fotografía. En ese momento existía una creencia total en el valor de la fotografía y, especialmente, en la capacidad para capturar y transmitir un significado en un contexto socio-documental.
DM: Estudió psicología en Berkeley ¿Cree que esto ha determinado de algún modo su forma de entender la fotografía? ¿Qué pretende o necesita expresar a través de sus imágenes?
RG: Creo que mis fotografías adquieren su valor psíquico en el significado. Las imágenes representan una cultura psicológica y, al mismo tiempo, éstas se conciben y brotan a través de mi propia psique. Nunca me he considerado un reportero gráfico o un fotógrafo con una orientación política concreta.
En mi opinión, los cambios políticos más transgresores se han producido a causa de una transformación psicológica y si mi fotografía transmuta de alguna manera la psique de la gente que las observa, yo también estoy consiguiendo alterar su conciencia política.
DM: Su trabajo está caracterizado por ciertos aspectos técnicos que lo hacen inconfundible. Entre estos aspectos, la tendencia hacia el formato cuadrado, el uso exclusivo de la película en blanco y negro y los procedimientos analógicos en la toma y la impresión. ¿Alguna vez se ha sentido atraído por la fotografía digital? ¿Qué opina de esta nueva forma de concebir la fotografía? ¿Cree que se ha perdido autenticidad con el uso del formato digital?
RG: No le otorgo ninguna importancia a cómo se ha hecho una toma, qué localización se ha escogido o cuáles han sido los objetivos del artista a la hora de realizarla. Sólo estoy interesado en el sentido general de la imagen. La fotografía, en última instancia, debe ser una entidad autónoma.
DM: Sus trabajos, a menudo, parecen una fusión entre lo documental y lo ficticio. Sabemos que usted ha sido un artista multidisciplinar, hubo una etapa en su vida dedicada a la pintura. ¿Los elementos de sus imágenes son símbolos dentro de un escenario premeditado o forman parte del entorno real dentro de la localización?
RG: Desde mediados de los noventa en adelante, mi meta no era tanto el recorrer el mundo con mi cámara fotográfica interactuando como hasta entonces. Lo que empecé a buscar fue la distorsión de las imágenes a través de mi psique. Las fotografías que se gestaron en esta etapa sufrieron una metamorfosis esencial, al hacer uso de mi imaginación para desvincularlas de lo real. En 2003 se produjo un cambio fundamental en mi trabajo. El rostro humano, que había sido el objeto dominante en la gran mayoría de mis fotografías, desapareció. Los dibujos y las figuras escultóricas se convirtieron en los protagonistas. La introducción de elementos gráficos y graffiti añadió otra dimensión de sentido a mi trabajo. Empecé a incorporar en mis obras aspectos de la pintura y la escultura. A través de esta interacción me sentí capaz de ampliar mi visión del mundo, dentro y fuera de mi. Los objetos escultóricos y los dibujos han aportado a mi trabajo un grado de significado y complejidad muy importante. Se trata de un estilo y una visión muy personal y realmente creo que es muy distinta, ajena a cualquier aspecto de la fotografía en estos tiempos.
DM: Sus personajes, extraños, espontáneos y misteriosos parecen desnudar su alma frente a la cámara. ¿Cómo entabla esa relación artística, esa conexión tan especial que se palpa en cada uno de sus retratos?
RG: Siempre he sentido una gran empatía hacia los temas y personas que fotografío. Realmente no estoy seguro de cómo pueden verme o sentirme ellos a mí, pero si no existiera un nexo, un sentimiento de confianza, yo no sería capaz de producir las fotografías que hago.
DM: Nació en Nueva York, pero reside en Johannesburgo desde la década de los 70. ¿Por qué decidió asentarse en el continente africano?
RG: Llegué por primera vez a Sudáfrica en 1975, después de cruzar África desde El Cairo a Ciudad del Cabo y marcharme en 1977. Después de obtener un Doctorado en Geología y casarme con una mujer sudafricana, regresé de nuevo a Sudáfrica en 1982.
DM: ¿Podría compartir con nosotros alguna experiencia personal que lo haya marcado significativamente en su trayectoria como artista?
RG: No recuerdo ninguna experiencia personal concreta que haya influido significativamente en mi trayectoria. Mi carrera se ha ido construyendo a partir de distintas vivencias, influyendo las unas sobre las otras.
DM: ¿Tiene algún proyecto en mente para un futuro cercano?
RG: Mi próximo proyecto se centra en las aves, como protagonistas que interactúan en un mundo extraño, surrealista. He estado trabajando en este proyecto durante los últimos cuatro años, en una zona de Johannesburgo muy particular.
DM: Para terminar nuestra entrevista ¿Podría darle algún consejo a aquellos lectores que se estén iniciando en el mundo de la fotografía?
RG: Trabajar duro, ser disciplinado, encontrar aquello que te apasiona y, en última instancia, tomar fotografías para ti mismo.
Puedes ver el resto de las imágenes que acompañan a esta entrevista en ALTERPHASE, nuestro sexto número. Todas las fotografías han sido cecidas por cortesía de Roger Ballen y Galería Senda.
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ROCÍO MONTOYA
Co-directora de DOZE Magazine
Fundadora y co-directora de DOZE Magazine desde 2010. Soy fotógrafa, editora y directora de arte. Coordino la sección de fotografía y dirijo la gestión de contenidos gráficos del portal.
Este espacio es un homenaje a los grandes maestros que han dejado huella en la historia de la fotografía, esa disciplina aún joven pero infinitamente apasionante y versátil.