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La parada de los monstruos

En esta ocasión queremos rendirle homenaje a Joel-Peter Witkin, un controvertido fotógrafo norteamericano que si por algo ha destacado en el mundo de la fotografía, ha sido por su indiscutible personalidad a la hora de canalizar sus ideas y su talento. Nacido en Brooklyn en 1939 en el seno de una familia de padre judío y madre católica, vivió el divorcio de sus padres muy pequeño y las consecuentes e irreconciliables diferencias religiosas que supuso esta ruptura.

Joel se inicia en la fotografía a la edad de 16 años retratando a su hermano gemelo y pintor, Jerome. Un año más tarde el prestigioso fotógrafo Edward Steichen seleccionó una de sus obras para incluirla en la colección del MOMA, en Nueva York.

En 1961 se alista en el ejército americano para trabajar como fotógrafo de guerra. Tras abandonar el ejército en 1964 comienza a asistir a fotógrafos de moda, a documentar el trabajo de médicos y, en paralelo, a terminar su carrera de Historia del Arte en la Cooper Union. Posteriormente estudia fotografía en la Universidad de Nuevo México hasta conseguir su primera beca en 1974, concedida por el New York State Council. A partir de esta fecha su carrera profesional se disparó hasta convertirse en su mayor obsesión.

En los años 80, revolucionó la opinión pública siendo recompensado con numerosos reconocimientos y apoyo de profesionales, pero al mismo tiempo, criticado y mortificado por muchos. Su naturaleza transgresora le valió la marginación y el rechazo de muchos sectores del arte.



Su tendencia hacia lo grotesco aflora desde la infancia, cuando, con sólo seis años presenció un accidente de coche y la cabeza de una niña decapitada rodó hasta sus propios pies. Bajo la influencia de su artista predilecto, El Giotto (pintor, escultor y arquitecto italiano del Trecento), este artista explora los entresijos de lo macabro, realizando sus fotografías con cadáveres, personas mutiladas, hermafroditas, enanos y distintos individuos con deformaciones físicas palpables. En búsqueda de un nuevo concepto de belleza, consigue inmortalizar a estos modelos “indeseables” para la sociedad, a través de un gusto estético exquisito y una técnica de procesado muy intuitiva y original para su época. Haciendo uso del blanco y negro y de su particular técnica de rallado y manchado de negativos, muchas de sus imágenes recuerdan a los primeros daguerrotipos.

Love and Redeption es una selección de obras realizadas con cadáveres, o como él define, "cuerpos apagados". El fotógrafo consigue que estos seres inertes alcancen una existencia renovada en la que puedan convivir con el mundo de los vivos. Con una técnica pictorialista muy particular, realiza una subversión de los valores estéticos a través del clasicismo y la aberración.

Joel-Peter Witkin hace alusión a temas como la muerte, el sexo, la marginalidad y la religión. Sus Tableaux Vivants evocan pasajes bíblicos y pinturas famosas, bajo un halo de misticismo y oscuridad arrolladores. El propio artista se considera un romántico creyente y su obra es como el nexo entre el bien y el mal, girando alrededor de un eje estético entre lo bello y lo feo, para dignificar y exaltar una nueva concepción de belleza: La de aquellas personas que, por ser distintas, no gozan de la bondad social. También reconoce que no retrata a las personas, que las caracteriza a su gusto para que representen aquello que él desea. De alguna manera, interpreta sus fotografías como espejos rotos de nosotros mismos.


Witkin utiliza su obra para arañar la fibra sensible del espectador. Sus imágenes son terriblemente impactantes y emotivas y después de la controversia generada a su alrededor durante años, el tiempo ha conseguido posicionarle donde se merece, siendo en la actualidad uno de los más ilustres genios de la fotografía conceptual.

 


ROCÍO MONTOYA
Co-directora de DOZE Magazine

Fundadora y co-directora de DOZE Magazine desde 2010. Soy fotógrafa, editora y directora de arte. Coordino la sección de fotografía y dirijo la gestión de contenidos gráficos del portal. 

Este espacio es un homenaje a los grandes maestros que han dejado huella en la historia de la fotografía, esa disciplina aún joven pero infinitamente apasionante y versátil.

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