
Nostalgia. Comencé a acudir a ARCO a finales de los noventa, invitada por mis amigas y mentoras las coleccionistas británicas Wish Granted y Arty Farty. Ellas decían que era la feria de arte más divertida de Europa, y se referían a ella como el Nerd Pride. Sus amigas españolas lo llamaban ‘el orgullo chico’ o ‘el orgullo de invierno’. Sobre aquella moqueta tóxica y los pasillos tenía lugar un espectáculo sin igual, como en una performance calculada al milímetro, pero sin firma de artista. A cada giro de cuello, unos ojos negros, o verdes como la albahaca, se clavaban en los míos, y comenzaba un ballet de miradas y pasos que tendrían su fruto en la misma feria o en las fiestas de madrugada. En el Cock me tomaba mi Negroni sentada con Wish y Arty donde me decían que pocos años atrás Francis Bacon se emborrachaba de amor con un tipo igualito a Ignacio Sánchez Mejías. Francis acabó en el cementerio de la Almudena. Madrid Mata.
Todo aquello se perdió en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.
En su afán por ser una feria profesionalizada, revitalizada, mineralizada y vitaminizada, ARCO es hoy por fin una feria tan consagrada y aburrida como Art Cologne. La moqueta ya no existe, y el ballet es digital, con unos nombres horrendos: Grindr (la picadora) Scruff (andrajos). La sala VIP parece la sala de embarque del aeropuerto de Bangkok. ¿Ir a ARCO ahora? Qué necesidad. Ya veré lo mismo, con otros nombres, en FIAC, o Frieze, o Artissima.
Ahora que soy yo la anfitriona, recomiendo a los novatos en Madrid ir en su lugar a ArtMadrid. De alguna manera recuerda lo que fue ARCO, una feria caótica, donde lo más sublime y lo más cutre no pueden vivir separados, y que es un reflejo de lo que es la ciudad, maltratada y a su vez adictiva. ARCO es un sándwich mixto, y Art Madrid un bocadillo de calamares. Una deliciosa incoherencia, como que el tentempié típico de la ciudad sin playa esté protagonizado por un cefalópodo.
Acudo a su ‘visita exclusiva’, ‘con cóctel durante la velada’. Han convertido toda la feria en una sala VIP durante un par de horas. Paseo por el espacio con un Madrid Lager en una mano y un plato de jamón recién cortado en la otra. A un lado, las repelentes esculturas de Lorenzo Quinn, al otro, los delicados dibujos de Serzo. Ese contraste me estimula. Mis ojos pasan del horror a la admiración en cuestión de segundos, y esto se repite con cierta frecuencia hasta que llego al final del pasillo donde se me premia con un gintonic muy digno. El espacio parece estar inspirado en el atrio de sir Foster del British Museum. Casi todas las obras estuvieron en ARCO hace 20 años, o podrían haberlo estado. Las que están hoy en ARCO acabarán aquí. Y otra nostálgica como yo lo disfrutará igual.
Gadea, Antígona esterilizada Galería Val i 30
La ciudad de Tebas quiere situarse en la vanguardia. Para ello Creonte, poseedor del conocimiento científico, se asegura de que Antígona acompañe a su padre, el ciego Edipo, sin riesgo alguno de incestuoso clasicismo.
Dibujo de José Luis Serzo en One Project
Instalación de Yolanda Tabanera en One Project
Victor Vasarely Zoeld Violet/Yellow, 1971 Serigrafía sobre metal. Galería Odalys
Lorenzo Quinn, La fuerza de la naturaleza Bronce blanco y aluminio
ArtMadrid,visita exclusiva, viernes 21 de febrero 2014
Pilar Cavestany en la galería Materna y Herencia
Jordi Díaz Alamá Artistas que se venden. Adriana óleo sobre lienzo (izda)
Alegoría a un modernismo exótico contemporáneo 2 óleo sobre lienzo (dcha)
Equipo Realidad Reina por un día, acrílico sobre tabla, 1969
La Virgen, Madrid Lager
Noé Serrano Psiquis 2014 Resina policromada
Por Vera Icon
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