Conocí a James Franco a principios del nuevo milenio, en un papel secundario en Spiderman (Sam Raimi, 2002), cuando hacía de malo malísimo.
Desde entonces, he seguido la trayectoria de este californiano nacido en Palo Alto (1978) y a la conclusión a la que he llegado es que no deja nunca de trabajar.
Su faceta como actor se ve reconocida por ser tan mutante y variar sus registros de personajes, que le convierten en un actor muy versátil.
James Franco es un actor raro, de esos que no se afanan en ser seducido por grandes proyectos cinematográficos. Busca un tipo de cine que, aunque no se pueda definir independiente, sí denominar como no convencional, partiendo de que empezó siendo famoso por la serie de televisión Freaks & Geeks (1999) junto con otro tipo que me cae fenomenal, Seth Rogen. Un serie producida por el mismísimo Judd Apatow. Cachondeo padre asegurado.
La imagen de James Franco es tan mutante como la de Jhonny Deep, versatilidad camaleónica que le permite trabajar en múltiples registros interpretativos.
Franco ha pasado de ser freak, a amante del defensor de las causas gay en San Francisco con Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008). También escalador en apuros en 127 horas (Dir. Danny Boyle, 2010). En Howl (Dir. Rob Epstein & Jeffrey Friedman, 2010) se materializó en un biopic sobre el poeta beat Allen Ginsberg. Así indefinidamente hasta ser modelo de los perfumes Gucci en 2008 o retratado (en formato travesti) por el prestigioso fotógrafo Terry Richardson para la revista Candy (publicación española).
Y para colmo de los bizarrismos exquisitos, acaba de estrenar la nueva película de Sam Raimi, Oz, un mundo de fantasía (2013) o la más interesante todavía Interior. Leather Bar, una versión libre de Cruising (Dir. William Friedkin, 1980), un clásico de los ochenta de Al Pacino, codirigida por él y Travis Mathews, y que también protagoniza.
Por favor, James Franco, no dejes nunca de mutar y hacer lo que te salga de tu cabeza tan brillante e inquieta.
Texto: Ángel Román
Texto: Ángel Román
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Ángel Román es productor cultural y consultor empresarial para proyectos tecnológicos. Especialista en nuevos medios y sociólogo de la moda. Ha publicado varios libros sobre ensayos de cine, arte y marketing digital. También es formador en social media y un apasionado de los nuevos modelos de negocio digitales.
Además está interesado en añadir valor a lo intangible en los productos y servicios de las Industrias Creativas y Culturales.
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